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Daniela Pompei

Community of Sant’Egidio, Italy
 biography

Migración e integración: empecemos por los niños

Fatah (es un nombre ficticio), de 8 años, es una pequeña refugiada siria. Llegó a Italia en abril, desde Lesbos, junto al papa Francisco. En Roma, empieza enseguida a ir a la escuela poniendo en marcha aquella sana rutina de la paz, que ayuda tanto a los niños a salir de la pesadilla de la guerra. Durante aquellos primeros días Fatah hace dibujos: casas destruidas, bombas. No hay personas en sus dibujos infantiles, pero sí una gran cruz negra marcada sobre la casa. Su casa, que ahora ya no existe. No hace falta ser psicólogo para entender el trauma vivido por estos niños. Y llega el día de la invitación al almuerzo con el Papa Francisco. El regalo, que gustará mucho al Papa, son los dibujos de los niños. Empezamos a recogerlos, también los de los primeros días. Pero Fatah, no reconoce los suyos: “no, ¡no los he hecho yo!” Hace otros nuevos: casas, flores, mamá, papá, amigos, desaparece el negro y ganan espacio el amarillo, el verde, el rojo.
Han pasado tres meses. El trauma aún no está superado, pero me ha sorprendido la vida que Fatah ha recuperado en tan poco tiempo. En tres meses ha aprendido a expresarse en nuestro idioma. Fatah ha hablado con el Papa en italiano!
Said (otro nombre ficticio) cuando ha sabido que era invitado al almuerzo con el Papa ha querido hacer un dibujo. No ha dibujado la guerra, o su casa cerca de Hasakè, zona controlada anteriormente por el DAESH y ahora liberada.
Said ha representado a dos personas en el agua. Es lo que ha visto a su alrededor en los momentos dramáticos del salvamento en el mar en las costas griegas. 12 años, en su memoria, para siempre, hay dos personas sumergidas en el agua que están a punto de perder la vida en aguas del Mediterráneo.
Mar Mediterráneo que se ha convertido en un muro. Un muro natural, un muro de agua, imprevisible, que engulle hombres, mujeres y niños.
Es considerada la frontera más peligrosa del mundo. En los primeros ocho meses de 2016 han muerto 3.196 personas. Una persona de cada 42 que intentaron la travesía perdieron la vida, el año pasado una de cada 52. Este dato representa la tasa más alta de mortalidad nunca registrada (1). Números que hacen reflexionar, sobre todo en consideración al esfuerzo de salvamento puesto en marcha por la Unión Europea y en primer lugar por Italia.
Para intentar derribar este muro, la Comunidad de Sant’Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas y la Mesa Valdesa han promovido los corredores humanitarios. Hasta el día de hoy han llegado 300 personas, en octubre llegarán otras 100 personas. 1.000 personas entrarán en el territorio italiano gracias al protocolo suscrito por el ministerio del Interior y de Exteriores.
El tema de hoy es migración e integración. Lo he dicho en otras ocasiones y estoy convencida de ello: el proceso de integración es un proceso que dura años, que pasa por el aprendizaje de la lengua y la cultura, por tener un trabajo y una vivienda, por la inserción en las relaciones sociales y muchas otras cosas. ¿Qué tiene que ver ahora la acogida? Quisiera decir que este proceso empieza desde los primeros momentos de la llegada: es diferente si cuando te acogen oyes una palabra de bienvenida, una buena cena siria, la comida eritrea que no las vallas de alambre espinado, un muro alto o quizás una expulsión. Aquellos primeros momentos, deciden, en parte, el éxito positivo o no, que tendrá la integración.

 

Puentes o muros? 

Desde septiembre hasta hoy, se han contado 9 nuevos muros en los países de la Unión Europea. El último es el que se ha anunciado en Calais. Pero los muros, los alambres, las mamparas han surgido en diferentes fronteras de Europa. Para protegernos de este gran peligro: las mujeres, los niños que como Fatah y Said huyen de la guerra. ¿Peligro? Las llegadas por mar, hasta agosto de 2016, han sido 292.113. Muchas menos que el año pasado cuando llegaron 500 mil personas en el mismo periodo.
Los muros no son la respuesta al problema de la inmigración. Hace falta ser claro sobre esto. No sólo en el sentido que no lo resuelven, sino que no son una solución. Es más, hacen que las rutas sean más peligrosas y provocan aún más muertos. Pero en el sentido que los muros no son (sólo) una reacción a la inmigración, sino que parecen más bien el resultado de problemas intrínsecos a nuestra sociedad: los muros son la respuesta irracional y simplificada a los miedos, a las contradicciones producidas por nuestra época contemporánea. El muro es, en parte, el producto de la disgregación del tejido social y comunitario, de la soledad radical –ontológica- que es una de las peores enfermedades producidas por la modernidad.
El infierno en el que se encuentra el rico epulón, en la parábola del Evangelio, no es el resultado de la presencia del pobre Lázaro en su puerta. Sería estúpido afirmarlo. El infierno del rico epulón es el resultado inevitable de aquella puerta obstinadamente cerrada al dolor de los demás. Es el drama de este rico que lo tiene todo, pero no consigue ser útil ni siquiera para sus familiares.
El Evangelio es realista cuando describe el futuro del rico: una soledad infernal, llena de tormentos. Este rico estúpido se nos aparece, se asemeja a Europa que levanta muros y no ve que el peligro está dentro de los muros y no fuera, una Europa que al final no consigue ser útil ni siquiera para sus jóvenes ni sus ancianos. El drama que estamos viviendo es el de una Europa rica de valores, de derechos individuales y colectivos, que no sabe transmitir ni compartir.
La presencia de los refugiados y de los inmigrantes es un don para nuestros países, para nuestros jóvenes. Es un don para Europa.
Tiene razón Mattia Civico, un consejero de la provincia autónoma de Trento, que ha trabajado por la acogida de 35 refugiados sirios llegados con los corredores humanitarios. Mattia en un tweet reproduce las palabras del hijo: “Papá, para mi fiesta ¿invitaremos a mis amigos sirios?” – observa- es el verdadero regalo de los corredores humanitarios. Sí, la acogida es un gran regalo para nuestros hijos. ¿Es quizás el incurable optimismo de los ingenuos? ¿De los que creen aún que convivir es posible?
Un dato: por un euro gastado en acogida, se recuperarán dos. Un estudio lo calcula basándose en datos del fondo monetario internacional (2). Para acoger a los refugiados, Europa necesitará una inversión inicial, sobretodo de fondos públicos, de cerca el 0,09 % del producto interior bruto en 2015 y del 0,11 % en 2016. A este gasto inicial, pensad, podría corresponder, entre 2015 y 2020, un aumento global del producto interior bruto del 0,84 %.
Con el razonamiento, también económico, de la acogida se podría continuar. Pero creo que tenemos que hacer nuestras las motivaciones éticas.
La Reina Rania las subraya en una preciosa entrevista de Antonio Ferrari de hace algunos días. La soberana habla de 1.300.000 refugiados sirios que ahora están en el territorio jordano (como inciso, el pequeño país tiene 6 millones de habitantes) y dice: “Si hubiéramos confiado en la opción radical y lógica, no habríamos tomado ningún refugiado. Simplemente, porque no tenemos bastantes recursos que compartir. Nuestra decisión ha sido, pues, humanitaria y moral”. (3)
Si consideramos el conjunto del flujo migratorio en la UE, en 2015 y en los primeros meses de 2016 este no llega a un millón y medio de refugiados, que representan el 0,29% de la población europea. Si queremos considerar toda la población inmigrada en los países europeos, se llega a 34 millones, entre europeos y no europeos, de los cuales muchos residentes en el país de llegada desde hace mucho tiempo. Hablamos, pues, de números que se pueden gestionar para un gran continente de casi 500 millones de personas, sin contar Gran Bretaña.
Los ataques terroristas de los últimos dos años han acentuado el miedo a los inmigrantes, particularmente a los musulmanes. Pero, merece la pena recordarlo, los musulmanes representan sólo el 4% de la población europea. La mayor parte de los migrantes son cristianos, en particular ortodoxos.
Algunos países cristianos del Este, pienso que tienen miedo de una invasión hostil, también por su historia vinculada a la pérdida de una identidad determinada del largo periodo soviético. Yo diría que será el tiempo el que cambiará su visión. Cierto, sorprende, porque son países que desde el punto de vista demográfico están muriendo, como la misma Hungría, que registra una fuerte disminución de la población y un progresivo e imparable envejecimiento. Es así Polonia, aunque de una manera menos acentuada. La inmigración parece una necesidad para la supervivencia de estas poblaciones. Esto también es cierto para Italia: este año por primera vez la población italiana ha disminuido a pesar de la presencia de los inmigrantes.
Estoy cercana a la visión del Papa Francisco sobre la construcción de puentes y no de muros, pero también sobre la visión de Europa. Seguramente crear puentes es el mejor camino para construir un mundo pacífico.
Integración: la propuesta de un "modelo adoptivo"
Se discute de modelos para la acogida: alguien este verano ha propuesto “casernas, escuelas, reglas”. La idea es que debe prevalecer un modelo público, institucional, centralizado, con grandes centros, organizados de manera rigurosa, etc.
Es quizás una reacción a escándalos o intereses poco lícitos que se han coagulado alrededor de las emergencias relacionadas con la acogida. En Italia se ha hablado mucho de esto.
El control de los procedimientos, necesario, parece conciliarse sólo con un modelo burocratizado, despersonalizado, que ve la sociedad civil como una presencia que tolerar y si es posible mantener a distancia, con una función residual de “soporte”.
Sólo una broma: que un enfoque “burocratizado” pueda evitar fenómenos de corruptela parece una ingenuidad.
Pues, ¿qué modelo? El modelo italiano de inclusión de los inmigrantes, Andrea Riccardi lo ha definido “adoptivo”. Quisiera detenerme sobre esto. Italia tiene en su historia la tradición de la adopción de niños, ya sea a nivel nacional como internacional.
Pero desde hace más de 35 años este mismo modelo “adoptivo” ya ha dado buenos frutos en temas de inmigración. Se puede pensar, por ejemplo, que bien o mal más de la mitad de los inmigrantes (que la mayoría son mujeres) han entrado en las casas de las familias italianas, han trabajado con los ancianos, con los niños, con nuestros discapacitados, y así ha nacido un “sistema adoptivo” de integración, porque los inmigrantes han entrado en el corazón de la cultura y de las familias.
El segundo gran ámbito donde se desarrolla la integración es el de la escuela. Tenemos un modelo inclusivo que no está pensado para los inmigrantes, sino que nace en 1975-76 cuando se legisló sobre la inclusión de los discapacitados en las clases. Este mismo sistema se ha revelado posible también para los niños inmigrantes.
No quiero decir que no haya problemas. Hay aún mucho que hacer. Pero a mí me parece, que en definitivas cuentas esta aproximación ha resultado positiva. Un modelo adoptivo que ha incluido a la sociedad civil, como vimos después de la muerte del pequeño Aylan Kurdi el año pasado.
Como Comunidad de Sant’Egidio hemos podido experimentar durante este año la experiencia de los corredores humanitarios. Muchos: individuos, familias, asociaciones, empresarios, parroquias, nos han buscado para ofrecer acogida, casas, apoyo humano. La integración puede conseguirse si la sociedad civil la sostiene.
La misma Comisión Europea pide a los estados miembros que favorezcan la entrada legal a través del patrocinio privado también porque “crea un ambiente más acogedor porque a menudo las comunidades locales están más implicadas” (4). Un señor del Véneto, que con su mujer acoge a una familia siria me ha dicho: “gracias porque nos habéis permitido hacer la única cosa seria de nuestra vida”. La emoción ha dominado los días de las llegadas con llamadas, consejos, preparación. Los problemas existen y existirán, pero la integración es un hecho positivo, que implica a la familia italiana que acoge a la familia siria que es acogida. Como una adopción.
¿Qué entiendo por modelo adoptivo? Más allá de los términos jurídicos quisiera tomar prestada la reflexión de Marilena Piazzoni, una querida amiga, que murió hace unos años. Escribió páginas importantes sobre los aspectos psicológicos de la adopción. Los temores, las ansias de una familia que adopta son los mismos que un país que acoge. ¿Cómo será el futuro? Y ¿cuánto, y cómo, la propia vida cambiará con esta nueva llegada? Marilena Piazzoni explicaba el primer encuentro entre un niño camboyano, Khim, y sus nuevos padres adoptivos. Fue un encuentro conmovedor. Khim se había preparado con cuidado y también los padres querían presentarse bien vestidos a la cita decisiva de su vida. Cuenta Marilena Piazzoni: “encuentro al niño preparado, de pie al lado de la cama. Lo tomo de la mano e intento bromear para aligerar la tensión. (…) estamos en la callejuela y antes de la última curva Khim me aprieta la mano, se detiene, levanta los hombros, suspira y se avanza. Por un momento que parece eterno los padres y el niño se miran, se acercan. La madre delicadamente se inclina, lo mira a los ojos, lo toma de la mano: (le dice en su idioma) “johm riab sua” (hola) “soy tu madre”. Y después de un instante todos estamos llorando (5).
Winnicot afirmaba: si la adopción funciona se vuelve normal en la vida humana. En comparación podríamos decir que si la acogida funciona escribiremos una bonita página de la historia humana. Pero, ¿cómo será esta historia? Y de Fatah, y de Said ¿qué será? Es difícil decirlo. Puedo decirlo, y he tenido una experiencia personal, que en la conmoción de un encuentro está escrito el secreto de un futuro que escribiremos juntos. Nos hará diferentes, no sabemos cómo, pero seguramente nos hará mejores. 

 

 

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NOTAS:

  1. Comunicado del Alto Comisariado para los Refugiados del 2 de septiembre de 2016 https://www.unhcr.it/news/aggiornamenti/un-anno-dalla-morte-alan-kurdi-aumenta-tasso-morti-dispersi-nel-mediterraneo.html 
  2. Tent Foundation, Refugees work: A humanitarian investment that yields economic dividends, estudio coordinado por Philippe Legrain, 18 de mayo de 2016 Bruselas  http://www.tent.org/research-index/#refugees-work 
  3. "Tenemos que levantar la voz contra los fundamentalistas", entrevista de Antonio Ferrari a la Reina Rania de Jordania, Corriere della Sera del 9 de septiembre de 2016.
  4. Reformar el sistema europeo común de asilo y potenciar las vías legales de acceso a Europa- Comunicado de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo – Bruselas, 6.4.2016 COM (2016)197 Final pág.16. 
  5. Marilena Piazzoni, Figli si diventa, Leonardo International, Milano 2006. Cit. Pag. 62