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Juan Pablo de Laiglesia

Secretario de Estado de Cooperación Internacional, España
 biografía

En los últimos 30 años, más países que en cualquier otra época, han experimentado alguna forma de conflicto violento. Las crisis y los conflictos son cada vez más complejos, a menudo transnacionales, recurrentes, en riesgo de enquistamiento y pueden verse exacerbados por amenazas como la degradación ambiental y el cambio climático, las migraciones o las nuevas tecnologías.  

 
El informe de la OCDE “Estados de Fragilidad 2018” estima que casi la mitad de los 836 millones de personas que están en una situación de pobreza extrema viven en contextos de fragilidad y que este número va aumentar hasta el 80% en 2030. Además, el número de personas desplazadas en el mundo ha superado los 65 millones; casi el doble que hace 20 años.
 
En 2016, 68,2 millones de dólares-el 65,5% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)- fueron destinados a los contextos de fragilidad, comparado con 35,8 millones empleados en contextos no frágiles. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de la cooperación internacional, los conflictos violentos han seguido aumentando. Como resultado de ello, la financiación para la acción humanitaria está siendo superada por las crecientes necesidades, y cerca del 90% de la ayuda humanitaria se destina actualmente a las crisis prolongadas. 
 
Ante la proliferación de crisis humanitarias y la prolongación de las mismas, con todas las consecuencias que conllevan, desde hace tiempo ha ido cobrando relevancia en el ámbito de la cooperación al desarrollo el triple nexo entre Acción Humanitaria, Desarrollo y Paz, en el entendido de que potenciar los vínculos entre las relaciones internacionales, el desarrollo y lo humanitario es clave para prevenir tensiones y evitar la prolongación de las crisis. Este enfoque supone que, en última instancia, resulte necesario el trabajo conjunto y coordinado de los instrumentos de política exterior, seguridad, desarrollo y acción humanitaria.
 
Desde un enfoque práctico, existen áreas en las que esa colaboración resulta efectiva: como el impacto que en las distintas crisis pueden tener los mecanismos de alerta temprana o la coordinación civil-militar que en muchos contextos permite lograr mejoras de acceso a los actores humanitarios. 
 
Sin embargo, es importante garantizar que los principios humanitarios no se pongan en peligro y que los respectivos mandatos, marcos legales o instrumentos no se vean alterados. No hay que olvidar que la ayuda humanitaria se presta de conformidad con los principios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia. 
 
En lo que respecta a la construcción de la paz, se han multiplicado las iniciativas y propuestas,, sobre todo en el ámbito de Naciones Unidas, como el Diálogo Internacional sobre Construcción de la Paz y el fortalecimiento de los Estados que ofrece una plataforma a los países en condiciones frágiles y afectados por un conflicto con las asociaciones internacionales, el Fondo para la Consolidación de la Paz o el documento conjunto elaborado por Naciones Unidas y el Banco Mundial “Pathways for Peace” que se ha convertido en una referencia clave en la prevención de conflictos. 
 
A pesar de algunas buenas experiencias, los avances concretos en la efectividad del nexo entre construcción de la paz y seguridad han sido relativamente modestos, en gran medida debido a la proliferación de crisis humanitarias y su prolongada duración. 
 
Esta situación empieza a cambiar con el lanzamiento de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible en 2015 y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como el ODS 16 sobre paz, justicia e instituciones sólidas. La Agenda pone el énfasis en la necesidad de realizar un trabajo cada vez más integral conjugando los distintos instrumentos que inciden en la población en los países en desarrollo. 
 
Del lado humanitario, el tema fue abordado el mismo año que se aprobó la Agenda 2030 y recibió un importante impulso en la Cumbre Mundial Humanitaria de Estambul en 2016. Una de las grandes líneas de trabajo de la citada Cumbre se concentró en la necesidad de fomentar el trabajo entre los actores humanitarios y de desarrollo en la lógica de “romper los silos” preconizada por las Naciones Unidas. 
 
La Unión Europea ha asumido este debate y en el Consejo de Asuntos Exteriores de Desarrollo de mayo de 2017 se aprobaron las Conclusiones del Consejo sobre la “operacionalización” del nexo humanitario-desarrollo para concretar vías de cooperación entre los actores humanitarios y los de cooperación, sin que se vean afectados los principios humanitarios (imparcialidad, neutralidad, independencia y humanidad).
 
Hay consenso entre los Estados Miembros de la Unión Europea sobre la necesidad de análisis conjuntos de las crisis, pero menos sobre la planificación y programación conjunta de los fondos. Las diferencias de estructuras en los Estados Miembros afectan a esa cooperación. En el caso de España, la inclusión de la Oficina de Acción Humanitaria dentro de la estructura de la Agencia Española de Cooperación (AECID) facilita la coordinación. 
 
Por su parte el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE y los Estados Miembros adoptaron el 22 de febrero de 2019 la Recomendación sobre el Nexo Acción Humanitaria–Desarrollo-Paz. España participó activamente en los debates sobre este tema y está plenamente comprometida con su puesta en práctica. De hecho, España participa en la Red Internacional sobre conflicto y fragilidad.
 
La Recomendación del CAD se basa en tres pilares que tienen que ver con la puesta en práctica del nexo entre Acción Humanitaria, Desarrollo, Paz y Seguridad: 
 
1. Mejorar la coordinación a través del análisis conjunto sobre las causas subyacentes y los factores estructurales que originan el conflicto y utilizar el diálogo político y otras herramientas, instrumentos y enfoques a todos los niveles para prevenir las crisis, resolver los conflictos y construir la paz.
 
2. Priorizar la prevención, la mediación y la construcción de la paz, invirtiendo en el desarrollo donde sea posible, asegurando al mismo tiempo que se atienden las necesidades humanitarias inmediatas. Situar a las personas en el centro, luchando contra la exclusión y la igualdad de género. Fortalecer las capacidades nacionales y locales e invertir en aprendizaje a través de todas las acciones humanitarias, de desarrollo y de paz. 
 
3. Desarrollar estrategias de financiación humanitarias, de desarrollo y de paz basadas en la priorización de la financiación a las organizaciones locales que están ya presentes cuando surgen las crisis pues normalmente son los primeros en responder y tienen conocimientos y destrezas especializados. Trabajar a escala mundial con los socios multilaterales, las administraciones públicas, el sector privado y la sociedad civil, con el foco puesto en los países en mayor riesgo de crisis recurrentes y prolongadas, al objeto de detectar y eliminar los desfases de financiación. Utilizar la Ayuda Oficial al Desarrollo como catalizador para movilizar los diversos flujos financieros, incluidos los públicos y privados y los nacionales e internacionales, asegurando que no contribuyen al conflicto, la desigualdad o la inestabilidad.
 
En el caso concreto de la cooperación española, podemos señalar como antecedente clave de este nexo entre Desarrollo y Paz, el proceso de análisis sobre cómo construir resiliencia. Este enfoque se plasmó en las directrices tituladas Construcción de resiliencia para el bienestar, publicadas por la cooperación española en 2018. Implica una mirada integral de las necesidades de las comunidades que no distingue entre acción humanitaria y cooperación para el desarrollo, sino que plantea una modulación de instrumentos según las condiciones en cada momento. 
 
Esta reflexión sirvió de trasfondo para el compromiso que marca el Plan Director de la Cooperación Española 2018-2021, de “mejorar la vinculación y colaboración entre la acción humanitaria y el desarrollo, fundamental para la promoción de la resiliencia, la prevención, la mitigación y preparación ante desastres o las soluciones duraderas para la población refugiada, desplazada interna y migrante”. 
 
Dicho compromiso también se recoge en una de las 3 líneas estratégicas de la nueva Estrategia humanitaria de la cooperación española 2019-2026, abordando la necesidad de mejorar la complementariedad de la acción humanitaria con las iniciativas de desarrollo. Esta estrategia está siendo revisada y en ella se refuerza el enfoque de género en la acción humanitaria, en coherencia con la Cumbre Mundial Humanitaria, la iniciativa “Call to Action” para la protección contra la violencia de género en situaciones de emergencia, entre otros compromisos asumidos por España. 
 
Junto a esta Estrategia, la cooperación española ha elaborado además dos estrategias sectoriales, la Estrategia de Género en Desarrollo que integra el empoderamiento de las mujeres en los procesos de paz y de acción humanitaria como un elemento transversal de todos sus objetivos y la Estrategia de Construcción de la Paz de la cooperación española para el desarrollo. 
 
España comparte la necesidad de dirigir la atención hacia los escenarios de crisis prolongadas (especialmente las olvidadas) con un nuevo enfoque estratégico desde planteamientos integrados. 
 
Por otra parte, nuestro país tiene gran experiencia en iniciativas de mediación y prevención de conflictos como ha sido el caso del proceso de paz en Colombia. Es necesario ser ambiciosos en este punto, redoblando la incidencia o sensibilización en materia humanitaria para que pueda tener impacto en la agenda política. Al fin y al cabo la agenda humanitaria acaba en muchas ocasiones “pagando la factura” de los actores políticos (se trata en el fondo también de lograr avances en el viejo debate de coherencia de políticas).
 
En las zonas rurales de Colombia he escuchado a los campesinos decir que “paz con hambre no hay”. Esa frase tan simple pero tan compleja refleja la dicotomía que nos reúne hoy aquí: sin desarrollo no hay paz y sin paz no puede haber desarrollo. Y el camino para hacer efectivo este nexo lo marca la Agenda 2030, integrando desarrollo sostenible y lo humanitario y haciendo realidad los objetivos que marca el ODS 16: instituciones responsables, inclusivas y efectivas a todos, repito, todos los niveles.
 
 
Muchas gracias.