17 Septiembre 2019 20:30 | Plaza de la Almudena

LLAMAMIENTO DE PAZ 2019



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LLAMAMIENTO DE PAZ

 
Hombres y mujeres y de religiones diferentes, invitados por la Comunidad de Sant’Egidio y la Archidiócesis de Madrid, hemos venido como peregrinos a esta espléndida ciudad para buscar nuevos caminos de Paz, a los 80 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Hemos rezado, hemos escuchado el lamento silencioso y el grito de quienes están excluidos del bienestar, en las guerras, en tierras donde ya no crece nada, como si ya no fueran hombres o mujeres como nosotros. 
 
Nos preocupan las futuras generaciones, porque vemos que se consume el único planeta de todos como si fuera solo de algunos. Porque vemos la reaparición del culto de la fuerza y las contraposiciones nacionalistas, que han provocado grandes destrucciones a lo largo de la historia. Porque el terrorismo no deja de golpear a gente inerme. Porque parece que el sueño de Paz se ha debilitado. 
 
En un mundo cada vez más interdependiente, se vuelve a proponer la tentación antigua de pensar que los grandes problemas se pueden solucionar estando solos. Las guerras y la paz, las epidemias, la seguridad y la ciberseguridad, los desplazamientos de poblaciones, la sostenibilidad del planeta y el calentamiento global, el final de la amenaza nuclear y la reducción de las desigualdades son temas cuyo alcance va más allá de un solo país. No, se necesita diálogo y cooperación.
 
No podemos dejar detrás del muro de la indiferencia a los más débiles, a los golpeados por la violencia y el desprecio por ser diferentes, porque rezan y hablan en otra lengua. No podemos dejar que se derroche inconscientemente el aire, el agua, la tierra, los recursos humanos, porque sería un peso insoportable para las futuras generaciones.
 
Pedimos a todos, a los responsables políticos, a los más ricos del mundo, a los hombres y mujeres de buena voluntad, que proporcionen los recursos necesarios para evitar que millones de niños mueran cada año por falta de atención médica y para poder mandar a la escuela a millones de niños que hoy no pueden ir. Será un signo de esperanza para todos.
 
¡No nos escondamos detrás de un muro de indiferencia! Dios no quiere la separación entre hermanos. Dios no quiere las guerras. Lo hemos aprendido: quien usa el nombre de Dios para justificar la guerra, la violencia y el terrorismo profana el nombre de Dios.
 
Quien cree en Dios descubre el mundo como casa común, habitada por la familia de los pueblos. Las religiones, al igual que las personas y los pueblos, se encuentran hoy ante dos caminos: trabajar para la unificación espiritual que le ha faltado a la globalización únicamente económica, o dejarse utilizar por quienes sacralizan las fronteras y los conflictos.
 
Ante todo, nos comprometemos a rezar. Pedimos para nosotros y para el mundo el don de los ojos de Dios, que libran de la ceguera y permiten reconocer al otro como hermano. Le pedimos a Dios la fuerza paciente del diálogo, la capacidad de un lenguaje sabio y humilde que habla a los corazones y disuelve separaciones y contraposiciones.
 
Sí, una Paz sin fronteras es la necesidad profunda de nuestro mundo. Con la ayuda de Dios y la oración una Paz sin fronteras es posible. 
 
 
Madrid, 17 de septiembre de 2019