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Jonan Fernandez Erdocia

Secretary General for Peace and Coexistence of the Basque Government, Spain
 biografía

Introducción

Toda acción política o social, bienintencionada, se orienta en ultima instancia a conciliar mejor la convivencia, y si la convivencia se ha roto o desequilibrado por cualquier causa, la prioridad entonces es reconciliar la convivencia. Una convivencia justa y conciliada es el fin último de la democracia. 

Esta es, en mi opinión, la razón fundamental para vivir juntos en Europa. Compartir esta idea. Las razones para vivir juntos son construir y compartir las razones de la convivencia. La paz y la justicia son las razones de la convivencia, de una convivencia conciliada. El problema, en todo caso, no creo que está en las razones para vivir juntos sino en cómo compartir esas razones. 

Creo que necesitamos compartir una pedagogía básica de la convivencia. Voy a exponerles un apartado del Plan de Paz y Convivencia que el Gobierno Vasco desarrolla, una vez que ETA ha puesto fin a más de cinco décadas de violencia en el País Vasco. Dejo esta reflexión en este encuentro como modesta aportación vasca al debate sobre las razones que podemos compartir en Europa para vivir juntos.

 

I. Análisis de las causas de ruptura de la convivencia.

Son múltiples los factores sociales, políticos, históricos y de injusticias o desequilibrios que pueden incidir en una deriva destructiva de la convivencia. Abordar este análisis global desborda la pretensión de esta intervención. La aspiración de este análisis es más modesta y circunscrita a una perspectiva pedagógica. 

El objetivo, en concreto, es identificar las causas culturales, educativas y de actitud personal o colectiva que de un modo universal propician conflictos de ruptura de la convivencia y hacerlo de un modo que pueda ser compartido por todas las sensibilidades políticas, culturales o religiosas. Identificar causas que tienen incidencia transversal en la deriva de los conflictos destructivos.

Estas causas de ruptura de la convivencia que transforman un conflicto en un conflicto destructivo se concentran en torno a cuatro grandes núcleos: el dogmatismo, el fatalismo, el maniqueísmo y el sectarismo. 

Se trata de cuatro paradigmas que pueden estar discretamente alojados tanto en la cultura social como en la mentalidad personal. Su característica común es que normalizan el recurso a la imposición, la violencia, la guerra, la conculcación de derechos humanos o al uso de medios no éticos: 

•El dogmatismo. Equivale a sentirse con toda la razón y creerse dueño de toda la verdad. Esta percepción de “seguridad” es condición necesaria para legitimar el uso de medios no éticos y atreverse a emplearlos. El dogmatismo se cultiva y desarrolla gracias a una insuficiente conciencia de limitación.

•El fatalismo. Es un enfoque fundamentalmente víctimista que impide ver otras opciones que no sean la impositiva. El recurso a la violencia se justifica, en el “no hay otra alternativa” y en el “además, lo que hacen ellos es peor”. Se asienta en la incapacidad de identificar las oportunidades en medio de las dificultades.

•El maniqueísmo. Reduce los problemas a una dicotomía previa que inhibe la responsabilidad de elegir en conciencia. Una demagogia de riesgo que habilita el “todo vale” y reduce al adversario a una “imagen de enemigo”. El maniqueísmo se despliega en medio de una débil profundización de la conciencia ética.

•Sectarismo. Representa la defensa colectiva e intransigente de una idea a la que dotamos de un valor superior a los derechos humanos. Reduce al otro a una etiqueta. Suscita procesos de deshumanización e, incluso, de embrutecimiento. Se apoya en una deficiente interiorización del valor mayor de la dignidad humana.

La prevención de conflictos destructivos, guerras, vulneraciones de derechos humanos y fenómenos de violencia, ya sea política, sectaria, clasista, racista, sexista, interétnica o interrreligiosa, está directamente relacionada con la respuesta a estas cuatro causas de ruptura de la convivencia. La alternativa preventiva consiste en promover, de forma sencilla, sostenida y complementada desde distintos ámbitos, pilares alternativos para la convivencia.

 

II. Cuatro pilares para una pedagogía de la convivencia

Para compartir las razones para vivir juntos es importante compartir unas bases mínimas de pedagogía para la convivencia. No pueden ser muchas tienen que ser pocas, sólidas y con gran potencialidad de desarrollo. No solo eso, estos contenidos de educación social para la convivencia deberían ser útiles en la respuesta a todos aquellos fenómenos antisociales que ponen en situación de vulnerabilidad la defensa de los derechos humanos. 

Deben constituir, en este sentido, una propuesta de bases de educación universal en derechos humanos frente al sexismo, la xenofobia, el racismo, la guerra o la violencia en cualquiera de sus manifestaciones. Todos y todas somos agentes socioeducativos. Trabajar social, política e institucionalmente por una cultura de convivencia y prevención de la violencia y los conflictos destructivos, requiere ponerse de acuerdo en unas bases mínimas cuya potencialidad puede ser desarrollada con libertad y de modo plural y creativo. 

A partir de estas premisas, el Plan de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco propone desarrollar cuatro grandes líneas de contenido en materia de educación para la convivencia.

•Promover la experiencia educadora de la aceptación de la limitación

Convivir es aceptar que nuestras perspectivas son siempre incompletas. Para entender este imperativo de realidad es necesario impulsar la experiencia educadora de la aceptación de la limitación de la condición humana. Significa tomar conciencia de que todos y cada uno de los seres humanos somos limitados y precisamente por ello, ni tenemos toda la razón, ni lo podemos todo, ni podemos acceder a poseer toda la verdad. 

•Promover la experiencia educadora del valor positivo

Convivir es aprender a promover las oportunidades entre las dificultades. Para este aprendizaje es fundamental promover la experiencia educadora del valor positivo. Esta experiencia nos permite valorar, reconocer y agradecer lo positivo, y descubrir que siempre puede encontrarse una alternativa mejor que el fatalismo, la desesperación y el recurso a medios no éticos. 

•Promover la experiencia educadora de la conciencia ética personal 

Convivir es asumir nuestra responsabilidad ética en cada circunstancia. Implica promover la experiencia educadora de profundización en la conciencia ética personal. Somos más que un mero impulso de dogmatismo, ira, agresividad, miedo, egoísmo… Tenemos capacidad de elegir con sentido ético. Disponemos de conciencia  y uso de razón.

•Promover la experiencia educadora de la dignidad humana

Convivir es comprender el valor superior del respeto a la dignidad humana. Promover la experiencia educadora de la dignidad humana y de los derechos humanos. Todos los seres humanos somos merecedores de respeto y sujetos de derechos. Cada persona es más que cualquier etiqueta o reducción de sí misma. Esta conciencia es definitiva para una convivencia civilizada.

En el marco de desarrollo del Plan de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco la práctica totalidad de los agentes educativos vascos ha suscrito un acuerdo para promover estas cuatro bases educativas para la convivencia. Son bases con un valor universalizable. Sintonizan bien con el humanismo en el que se enraíza la cultura europeísta, y con una perspectiva de convivencia interreligiosa e intercultural