8 Septiembre 2009 18:45 | Plaza del Mercado

Intervención



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Joshua DuBois

Direttore dell’Ufficio Relazioni Interreligiose, Casa Bianca, USA
 biografía

En este día tan importante creo que no hay reflexión más apropiada que la del Presidente Barack Obama, reflexión que hizo recientemente en Egipto, en el Cairo. Dijo:
“Todos nosotros compartimos este mundo sólo durante un breve periodo de tiempo. Debemos preguntarnos si queremos pasar ese tiempo centrándonos en lo que nos divide, o si queremos trabajar juntos en un esfuerzo para encontrar un terreno común, para preocuparnos todos juntos por el futuro que queremos construir para nuestros hijos, y para respetar la dignidad de todos los seres humanos.
Es más fácil empezar una guerra que ponerle fin. Es más fácil acusar a los demás que no mirar dentro de uno mismo. Es más fácil ver las diferencias que lo que tenemos en común. Pero tenemos que elegir el camino justo, no el más fácil.
Existe un mandamiento verdadero que es el corazón de todas las religiones: hacer a los demás lo que querríamos que los demás nos hicieran a nosotros.
Esta verdad trasciende las naciones y los pueblos, es un principio sin duda nuevo; no es negro ni blanco ni marrón. No es un principio cristiano, ni musulmán ni judío. Es un principio que se afianzó ya al inicio de la civilización, y que todavía late en el corazón de millones de personas en todo el mundo. Es la confianza en los demás, en el prójimo…
Nosotros tenemos la posibilidad de hacer el mundo que queremos, sólo si tenemos la valentía de partir de un nuevo inicio, recordando lo que está escrito.
El sagrado Corán nos dice: “¡Oh, humanidad! Te creamos hombre y mujer, y te distinguimos en naciones y tribus para que pudierais conoceros uno a otro".
El Talmud nos dice: “El objetivo de toda la Torá es el de fomentar la paz”.
La Sagrada Biblia nos dice: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
Todos los pueblos pueden vivir juntos en paz. Sabemos que esta es la voluntad de Dios. Ahora ese deberá ser nuestro compromiso en la tierra”.
Gracias, Sant’Egidio. Gracias, Cracovia. Que el Señor bendiga vuestro trabajo que transforma la vida.