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Bartomeu I

Patriarca de Constantinoble
 biografia

"ECOLOGÍA, SALVACIÓN DE LA HUMANIDAD Y DE TODA LA CREACIÓN"

Santidad,
Eminencias, Excelencias,
Ilustres Representantes de las Grandes Religiones del mundo,
Autoridades,
Hermanos y hermanas,

Se nos ha dado nuevamente la oportunidad de reunirnos en este periodo difícil para toda la humanidad, pero al mismo tiempo propicio para hacernos preguntas, para meditar, para rezar y actuar y así construir una sociedad mejor, capaz de aceptar los grandes desafíos del momento, que no afectan solo a algunos pueblos o países, sino a toda la vida de esta maravillosa casa nuestra, el mundo, don de la misericordia de Dios.

Para construir la fraternidad que lleva a la paz y a la justicia, al respeto y a la comprensión, para sentirnos familiares como en un hogar doméstico, tenemos que empezar cuidando nuestra casa común, dentro de la cual estamos todos, hijos de esta humanidad y de todo lo creado por Dios. Ha terminado el tiempo de la moda ecológica, de su idealización o, peor aún, de su ideologización. Empieza el tiempo de actuar.

Muchos países, movimientos, corrientes de pensamiento, científicos o simples ciudadanos del mundo ya hace tiempo que trabajan para cuidar nuestro planeta enfermo; nuestro Patriarcado Ecuménico hace más de treinta años que vio las raíces espirituales de la crisis ecológica, se han hecho congresos, encuentros, seminarios, Cartas Ecológicas, pero todo eso ha quedado suplantado rápidamente por la crisis sanitaria y económica mundial provocada por la pandemia en curso, que a su vez nos ha planteado nuevas preguntas.

La actuación por la casa común, pues, debe emprender un nuevo camino, debe avanzar bajo una luz distinta.  Tenemos que subvertir un orden sociocultural secular y apreciar el fragmento divino que contiene. 

En el siglo VI a.C., el filósofo griego Anaxímenes de Mileto presentó la teoría de los cuatro elementos, teoría que, a lo largo de toda nuestra historia, ha llegado hasta nosotros. Desde el principio, filósofos, matemáticos y alquimistas han indagado y estudiado los cuatro elementos naturales y fundamentales que forman el planeta: el aire, el agua, el fuego y la tierra. Todos tienen la misma importancia y se alternan constantemente para permitir el armónico desarrollo de la vida y normal devenir del mundo. Ha llegado el momento de que se comprenda que su relación con la vida solo lo es si contiene en sí mismo el paradigma de la casa común. Sin la protección del medio ambiente natural, sin la casa común, los cuatro elementos pertenecen  al espacio cósmico, pero no a la vida creada por Dios. De ello se deduce la necesidad de poner en el mismo plano la casa común y los cuatro elementos, por cuanto solo con esta es posible la salvación de la humanidad y de toda la creación.

Al mismo tiempo, las grandes religiones del mundo y sus textos sagrados nos ofrecen un marco muy parecido sobre la acción creadora de Dios, en cuyo centro está el hombre. El hombre forma parte de la creación con todo lo que esta contiene. En la tradición cristiana, el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios y muchas veces una determinada teología lo ha interpretado como una especie de supremacía del hombre sobre el resto de la creación. No compartir aquella "alma viviente" que está presente en toda la acción creadora de Dios, sino un dominio absoluto del ser humano sobre la totalidad del universo. Tenemos que subvertir también este orden antropológico y comprender que la Casa común es como la casa de los espejos. Un espejo en el que vemos reflejada nuestra imagen, así como la de todos nuestros hermanos, y con nosotros, todos los elementos de la creación. Creados a imagen y semejanza de Dios, vemos en nosotros la imagen de nuestro hermano y en todo ser humano, el fragmento divino. Mirando lo que hay a nuestro alrededor, vemos la obra divina que contiene. 

El vuelco sociocultural y antropológico que de ello se deriva, pues, nos lleva a ver la ecología como signo de la presencia de lo divino en la creación. Así pues, no debemos hablar de la ecología como de uno de los grandes fenómenos o temas del momento, sino como si fuera el mismo aire que respiramos. La humanidad puede recuperar su papel de guardián y ecónomo de la creación: ya no hay sitio para fundamentalismos, injusticias sociales y económicas, hedonismo, egoísmo, ansia de dominio y toda la creación participará nuevamente en el bien mundial. En la Casa común, - εν τῷ οίκῳ, - fraternidad y paz no son elementos de integrismo religioso o cultural, sino verdadera libertad que nos hace comprender en estos momentos oscuros de la tierra que "Nadie se salva solo".